La crucifixión de Jesús vista desde la medicina
La crucifixión de Jesús es un evento central en la tradición cristiana, y ha sido objeto de análisis desde múltiples perspectivas, incluyendo la médica. A continuación, se presenta una visión médica de lo que pudo haber ocurrido durante la crucifixión de Jesús, basada en estudios históricos y médicos.
Flagelación: Antes de la crucifixión, Jesús fue flagelado, un castigo brutal que implicaba el uso de un flagelo (un látigo con múltiples correas, a menudo con fragmentos de hueso o metal en las puntas). Este castigo causaba laceraciones profundas, pérdida significativa de sangre y un dolor extremo. La flagelación podría haber llevado a un estado de shock hipovolémico debido a la pérdida de sangre.
Camino al Gólgota: Jesús tuvo que cargar el patíbulo (la viga horizontal de la cruz) hasta el lugar de la crucifixión. Este esfuerzo físico, sumado al estado debilitado por la flagelación, habría exacerbado su condición física, causando agotamiento extremo y posiblemente colapso.
Clavado en la Cruz: Jesús fue clavado en la cruz, probablemente a través de las muñecas (no las palmas, ya que las palmas no podrían soportar el peso del cuerpo). Los clavos en las muñecas habrían lesionado el nervio mediano, causando un dolor intenso y continuo. Los pies también fueron clavados, lo que habría causado un dolor similar.
Posición en la Cruz: La posición en la cruz causaba una serie de problemas fisiológicos. El peso del cuerpo tiraba hacia abajo, dificultando la respiración. Para exhalar, Jesús habría tenido que empujarse hacia arriba con los pies clavados, causando un dolor agonizante. Este ciclo de empujarse hacia arriba para respirar y luego colapsar hacia abajo habría continuado hasta que la fatiga muscular y el dolor se volvieran insoportables.
Asfixia y Shock: La crucifixión finalmente lleva a la muerte por asfixia. La posición en la cruz impide una respiración adecuada, y con el tiempo, la víctima no puede levantar su cuerpo para inhalar. Además, la combinación de dolor extremo, pérdida de sangre y deshidratación habría llevado a un shock hipovolémico y, eventualmente, a un fallo cardíaco.
La muerte por crucifixión es una combinación de asfixia, shock hipovolémico y fallo cardíaco. En el caso de Jesús, la lanza que un soldado romano clavó en su costado (según los Evangelios) podría haber perforado el pericardio o el corazón, causando una rápida muerte. La salida de "agua y sangre" descrita en los Evangelios podría ser explicada por la acumulación de líquido en el pericardio (derrame pericárdico) y en la cavidad pleural (derrame pleural).
Desde una perspectiva médica, la crucifixión de Jesús fue un proceso extremadamente doloroso y traumático que involucró múltiples factores fisiológicos que llevaron a su muerte. La combinación de flagelación, agotamiento, dolor extremo, asfixia y shock hipovolémico contribuyeron a su fallecimiento en la cruz. Este análisis médico no solo subraya la brutalidad de la crucifixión, sino que también proporciona una comprensión más profunda del sufrimiento físico que Jesús pudo haber experimentado.